Ronald Zuñiga, es un importante standupero de la escena underground de la comedia chilena y ha decidido compartir su historia con yeaah.cl
Capitulo 1. Inmigración, payaso y completos gigantes.
Hace un tiempo conocía una “picada” donde vendían unos completos gigantes, en esa época, vivía solo, cercano a metro los héroes, en pleno centro de Santiago, casco histórico. No tenía la posibilidad de cocinar, ya que arrendaba una pieza; por lo húmedo y sus dimensiones, básicamente era una especie de baño. Pagaba mensualmente $60.000, así que se podrán imaginar que tipo de alojamiento era. Eran 60 lucas con derecho a dormir. La única seguridad que tenía era la llave de un candado, no existía una chapa, así igual como las cárceles, una puerta totalmente desmontable. Así fue, dentro de la precariedad, varias veces pasé mucha hambre, cuando no tenía nada que comer, lo que hacía era, nada… Lo bueno que en ese tiempo si me picaba la espalda, solo me rascaba el pecho y listo… estaba tan flaco.
Algunos podrán decir que también les ha tocado una experiencia similar, pero la verdad no hay comparación, existen quienes se van de la casa, sin embargo, tienen a su “mamita” y si tienen hambre, van a comer donde la mamita; perdonen lo despectivo de “mamita”… pero mi mamita… La tenía a más de 200 km hacia el sur. Obviamente, no podía llamar a mi madre a más de 200 km y darle ese sufrimiento. No hay peor sufrimiento materno que el ver morir de hambre a su hijo. Por eso, siempre traté de quedarme callado frente a esta situación. Muchos se dieron cuenta y me ayudaron, ya que aunque trataba de ocultarlo, era demasiado evidente mi delgadez… Otros creyeron que abusaba de las drogas… que ilusos.
Recuerdo que cuando visitaba a mi hermana y me veía en ese estado, me daba desayuno, almuerzo y once a la vez (y un pequeño tentempié entre comidas). Se sentaba frente a mí y mientras me observaba comer, lloraba… Ambos llorábamos … Yo por la felicidad de comer, y ella por ver mi decadencia. Era como la escena donde los padres de Mark Renton se lo llevan a la pieza y tratan de alimentarlo para sacarlo de la heroína y el alucinaba, muy parecido, pero a una escala menor… muy similar, pero por hambruna. ¿Se preguntarán si existían drogas en ese tiempo?… por supuesto que no… básicamente, porque no había dinero para comprar. De hecho, a veces, fermentaba calcetines y obtenía un exquisito licor. Un amigo me ayudó una vez… me aconsejo que cuando sintiera mucha hambre… me acostara de guatita y se me pasaría… que buen amigo. ¿Han llorado por hambre?
Me veo ahora, miro hacia atrás y siento orgullo de haber sobrevivido. Qué son los veteranos de Vietnam al lado mío, que sufrieron los judíos, los perseguidos. ¡Apocalipsis ven a mi!.

En ese tiempo trabaja de noche, en una empresa de diseño gráfico, me desempeñaba como operario de terminaciones, donde llegaban los pliegos impresos y cortábamos, lo que había que cortar o troquelábamos, lo que había que troquelar. Ya que, trabajaba en el turno de noche, no estaba durmiendo de día y además estudiaba en la vespertina, mi rutina era salir de la universidad e irme al trabajo, no dormir en la mañana y pasar ese tiempo en pensando en un rico desayuno. Pensar no más.
Igual habían días buenos, cuando contaba con $1000 y podía, antes de ir a clases, pasar a comer este bendito completo. Pero en la cotidianidad, cuando llegaba en la noche a mi turno 23:45 hrs., me daba cuenta que todos mis colegas venían con sus viandas con comida casera, cazuela de chancho, porotos, charquicán. Alimentos tan suculentos. Trabajar de noche es un gasto de energía enorme.
Mas, estaban los días que eran aún mejores y podía llevar un súper 8; un yogurt marca Surlat, que me costaba $75, en otra picada que conocía, y un sobrecito de café. Una vez por vergüenza y pobreza, estábamos ya, después de la comida, que se hacía aproximadamente a las 01:30 de la madrugada, nos tomábamos un café, bueno yo solo si tenía. En fin, yo no tenía nada para endulzar mi café y no me atrevía a pedir azúcar o endulzante, habiendo azúcar en la mesa; me lo tome sin azúcar, estaba tan avergonzado de mi realidad que no tenía la fortaleza de poder pedir una cucharada de azúcar, ya cuando iba en la mitad de mi café con una amargura literal y en todo mi ser, una señora que trabajaba con nosotros me dice - ¿Ronald quieres azúcar? - . Yo con mi cabeza le hice el gesto de negación y pensando dije: tarde me lo ofreciste… CTM. En realidad le dije: -no se preocupe lo prefiero sin azúcar (para sentir el sabor amargo de mi derrota) . Ellos creían que yo era vegano o sano, algo así, como Ligth. Yo tomando yogurt y ellos dándose unos festines, que ya los quería yo. Se veían tan sanitos ello , colorados, rechonchitos y yo una palidez transparente.
Siempre tuve una comida preferida que era Bistec con puré, un día un colega llegó con ese almuerzo. Él siempre traía almuerzo doble, era muy bueno para comer. En esa ocasión, ofreció en voz alta si alguien quería, yo estaba en el baño. Corrí hacia la sala de terminaciones, con toda la velocidad que pude, más cuando llegue un compañero se lo había adjudicado, expresando que se lo merecía porque había traído un almuerzo débil, tallarines con salsa, más dos empanadas de pino y ensalada de betarraga (mi preferida). Trate de disimular mi rostro de derrota y me erguí digno. No pude si dejar de apreciar su almuerzo, dos bistocos suculentos, con ajo y juguito arriba, más puré picante… de lo mejor. Luego de la escena, se dirigió al baño a hacer sus necesidades (caca). Yo sin pensarlo lo seguí y en un acto inconsciente, olí literalmente su mierda que aún tenía algo de olor a bistec con puré (mi comida preferida)… por unos instantes logré la saciedad… y así como por casualidad aprendí el arte de comer a través del olfato… Se hizo un hábito en mí. Así fue como, alcance a BUDA (Siddhartha), alcance el ZEN. Me alimente gracias al olfato por mucho tiempo. Por eso nadie puede soltar un peo al lado mío, lo sorprendo al instante.
Pase mucha hambre, tanta hambre que por esta necesidad comencé a trabajar de Tony, como me decía mi padre, también conocido como Payaso, Clown, Mimo. En realidad era una mezcla de todo… un MENDICANTE. Bueno mis pretensiones no eran trabajar en el Cirque Du Soleil, para nada, solo quería llevarme un pan a la boca, lo hice necesariamente por hambre. Imaginen la vergüenza que me daba estar detrás de esa nariz de mierda, que me recordaba a la enfermedad que padecía mi padre por el alcohol; solo para tener que hacer reír a los niños, pese que a mi no había nada que me hiciera reír.
Dicen que es la tónica del payaso, del artista en general es que tiene que salir a escena y olvidar sus problemas. Imaginen el primer día que salgo a la calle, mi lugar de trabajo habitual era la plaza Manuel Rodríguez. Como no tenía dinero, obviamente no tenía vestimenta de payaso, por lo tanto dentro de la poca ropa que tenia me inventé un traje desdeñado de payaso, muy a lo vagabundo, “homeless” para los más millennials. De hecho mi primera nariz de payaso era una tapa de Coca cola, roja. La performance logro mi cometido, porque comencé a hacerme algún dinero extra, lo que me servía para comer, un poco menos peor.
Como debía pagar una mensualidad de $60.000 tuve que compartir la pieza, con 16 amigos del Perú, esta habitación se subdividía en 17 personas. Era una pieza de 2x3 en un momento conseguimos hacer unos camarotes de 7 pisos, pero no resultó, las maderas, por la humedad del lugar se pudrieron rápidamente. Así que tomamos la decisión de dormir colgados. Yo igual me sentía como en la película "Generacion Perdida", pero muy muy perdida. De hecho si alguna vez tienen la oportunidad de ver mis alguna de mis camisas o poleras, algunas aún tienen un hoyo en la parte de la etiqueta.
Uno de los amigos del Perú, llamado Juan Carlos era quien nos colgaba y descolgaba cada mañana… tenía fuerza, mucha fuerza… muy buen amigo… lo extraño. Nos colgaba y acomodaba, como colgadores de ropa en un closet. Obviamente eran colgadores de ropa reforzados, podrán imaginar que para esa época las almohadas, sábanas y frazadas eran parte del pasado para mí. Lo bueno era que no teníamos que planchar ropa, digo ropa por dar algo de dignidad a la historia… si apenas nos vestíamos. Sé que se deben estar preguntando como Juan Carlos se colgaba así mismo. Un día lo quisimos colgar a él, entre seis personas, lo tomamos, pero no pudimos, él pesaba alrededor de 210 kg.
Todas las casas del casco histórico de Santiago, sobre todo las que pertenecían a la aristocracia chilena, se destacan por tener los techos altos. Cualquier weón de clase media jamás ha vivido en una casa de más de 6 pies de alto… bueno yo sí y con solo $60.000 al mes tenía 32 PATAS, más las mías… me decían “el patitas”. No había problemas con la ducha, buena presión de agua, muy helada. Además, nos duchábamos juntos para ahorrar tiempo y por supuesto Juan Carlos nos manguereaba.
Teníamos que levantarnos 2 horas antes que lo habitual para ir a nuestro trabajo de día, ya que como dormíamos colgados, básicamente amanecíamos inválidos por la mañana… la mitad para abajo del cuerpo dormido… a lo Stephen Hopkins… aprendía a diario a caminar. Por eso, despertábamos antes, para que la sangre volviera a las piernas. Si nos daban ganas de ir al baño por las noches, teníamos una tecnología por sondas, que hicimos con unas mangueras recicladas, de esa manera no debíamos despertar. Aparte no perdíamos ningún nutriente de la orina, la juntábamos en una vieja olla de curanto y nos la tomábamos. Si las sondas se movían en las noches era Juan Carlos quien se encargaba de volver a conectarlas. Le hacíamos un sueldo a Juan Carlos de $50 pesos mensuales cada uno, que le servía para alimentarse.

Yo miré a sus padres, con cara de vengan a buscarlo. Se acerca un rubio, pantalón dockers, mandíbula hacia adelante, camiseta polo, suéter al hombro amarrado por el cuello, cinturón de cuero y zapatos cafés de la misma marca que su pantalón. La mamá, muy bien vestida, casi como un maniquí de avance de temporada en patronato, ahí por Purísima con Santa Filomena, donde tiene ropa bien “lais”. Una bonita familia, como la que sale en el envase de papel confort. Igual los mire con odio, por tener una familia feliz, una familia hermosa y de élite, que más encima le entregaban esa educación paupérrima, a su hijo, de creer que toda la gente que trabaja en la calle es pobre. Le dije al niño finalmente ¡Pero tengo muchos globos! - con una voz muy dulce. Y el niño en ese momento, me miró a la cara, con ojos grandes casi vidriosos y me respondió: - ¡No estoy ni ahí con wea!... ERAN RICOS ESOS COMPLETOS, a veces con ese show me juntaba las lucas para comprarme uno. Ese payaso significó mucho para mí, lo recuerdo con cariño. Hoy está guardado, aunque igual era penca, no tenía ni nombre, mi autoestima en ese tiempo era tan baja, que no tenía nombre.
Pd: Esa picada de completos aún existe, queda frente al UDP, si eres simpático con los dependientes, te dan un poco más de palta.
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