El éxito del Silent Hill en 1999 llevó, obviamente, a la creación de una secuela, llegando esta vez a la reciente PlayStation 2. Como era de esperar, los aspectos que tan notable hicieron a la primera entrega debían mantenerse, como la niebla y esa sensación de terror que en cada momento se apoderaba de nosotros. Dicho esto, también había que aprovechar la nueva plataforma e introducir nuevas mecánicas para que no necesariamente fuera un refrito de lo anterior. ¿El resultado? Un título que, a 19 años de su lanzamiento, sigue manteniéndose como un emblema absoluto del Survival Horror.
Partamos por su historia, que como en pocos casos, no es una continuación de su antecesor, sino que apuesta por algo paralelo, pero que transcurre en prácticamente el mismo sitio. James Sunderland, a quien encarnamos, un día recibe una carta de su esposa, en la que afirma que está esperándolo en su “lugar especial” en el misterioso pueblo de Silent Hill. Nada raro, solo que desde el primer momento se nos da a conocer que lleva tres años muerta. Esto lleva a que nuestro protagonista se adentre en la localidad, sin saber qué es lo que realmente espera ver ni lo que realmente verá una vez allí. Las amenazas que tendrá que sortear para llegar a la verdad que tanto busca serán varias, y dependerá de nuestra destreza encontrar el motivo del viaje de James.
La premisa puede parecer bastante simple y sin mayor complejidad a primera vista, sin embargo, a medida que la historia avanza, vemos lo densa que se torna no solo por lo que se nos va relatando, sino que también por todo eso que está implícito, plasmado en sutilezas y simbolismos que dan para un largo análisis y que quedan abiertas a la interpretación de cada uno. Y eso es parte de la grandeza de este título, porque a diferencia de tantas historias que se nos narran de maneras más expositivas y/o textuales, acá están ahí esperando a que nosotros pensemos más allá y le demos un significado. Esto queda reflejado, por ejemplo, en el diseño de los enemigos que nos encontramos en el camino, teniendo todos una razón particular para lucir así, cosa que toma sentido una vez que sabemos más del contexto en que estamos inmersos. Ahondar en ellas ya sería entrar en terreno de spoilers, cosa que deberían evitar si o si en caso de no haberlo jugado antes, porque las sorpresas son varias. Solo queda decir que, incluso sin ser la primera vez que lo juegas, puedes ir captando distintas aristas de una personalidad sufrida y con recuerdos que buscan salir a la superficie a través de semejante tormento.
Si alguien juega Silent Hill 2 esperando un juego de terror dentro de lo que ahora se conoce como “tradicional”, con monstruos apareciendo de la nada, escenas Gore y disparos por doquier, se irá decepcionado, porque el terror de este caso va por una vía muy distinta. Lo que aquí nos atemoriza es no saber hacia dónde vamos realmente, la soledad de nuestro protagonista, a un destino incierto y a personajes cuyas intenciones no están 100% claras. Obviamente también habrán momentos en que algo nos tomará por sorpresa y daremos un salto, especialmente cuando nos topemos con el querido Pyramid Head, uno de los principales villanos de la historia, que se encargará de atormentar a James de las peores maneras. Para evitar cualquier amenaza, tendremos varias maneras de defendernos, pero el algo complicado control y la escasez de munición nos harán preguntar si realmente es necesario arrasar con todo a nuestro paso. Gran idea, porque así no se vuelve algo monótono de solo ir hacia adelante y disparar, sino que debemos utilizar la mente para ver qué es lo que nos conviene. De hecho, la primera parte del juego solo consiste en caminar y caminar en medio de la niebla sin mayor interacción con el ambiente, y en ello gastaremos un buen par de minutos hasta que veamos algo que nos haga apretar más de un botón. Ya sabemos en qué derivaron los videojuegos de terror en la actualidad. Aquí simplemente está el género como siempre debió ser.
La atmósfera siniestra conformada por el ambiente y las criaturas que rondan quedaría al debe de no ser por un elemento muy fuerte: la música. Pocas veces este aspecto logra aportar tanto a lo que tenemos en pantalla, pero esta vez, la obra compuesta por el gran Akira Yamaoka es idónea para la experiencia, pero también puede valerse por sí misma. El género Ambient se mezcla con el Rock e incluso el Trip-Hop, creando música a ratos desconcertante, deprimente, inquietante y hasta nostálgica. Ejemplo de esto es el tema central, que podemos escuchar durante el video introductorio del juego. Como curiosidad, se compuso en un tiempo total de… ¡3 DÍAS!
¿Algo que criticar? Como ya dijimos, el control no tuvo mayores mejoras respecto a la entrega anterior, ya que siguen igual de engorrosos en momentos tensos y/o de acción. ¿Habrá sido intencional? No lo sabemos a ciencia cierta. Algo que también puede afectar es el nivel regular de algunos actores de voz, ya que al sentirse algunos personajes algo sobreactuados, la seriedad de cada momento puede tambalear. Dicho todo esto, son detalles que a la larga son mínimos dentro de algo así de bien hecho, y que ha logrado envejecer como el mejor de los vinos.
Algunas entregas posteriores también tuvieron un buen nivel, destacando el también notable Silent Hill 3, pero esta vez, estamos frente a una secuela nivel El Padrino II o El Imperio Contraataca, al superar la original que ya de por sí era excelente. La respuesta al título de este artículo radica en que Silent Hill 2 logró unir una historia exquisitamente compleja, llena de matices y simbolismos con una atmósfera sutilmente atemorizante. Pocos logran la sutileza en el lenguaje audiovisual, y esta vez está siempre ahí, triunfante, y es una de las principales razones para que siga en el podio de quien les escribe, y muy posiblemente, de muchos adeptos al género o a todos los videojuegos. Quienes no lo hayan jugado, háganlo cuanto antes, está disponible en su versión HD (No muy bien lograda) para PS3 y Xbox 360, y la original está en PC por lo que no debe costar descargarlo ilegalmente. De jugarlo en esta última plataforma, háganse un favor y usen audífonos, porque hasta el ruido ambiente más mínimo es digno de percibirse como parte de la siniestra experiencia.
Algunas entregas posteriores también tuvieron un buen nivel, destacando el también notable Silent Hill 3, pero esta vez, estamos frente a una secuela nivel El Padrino II o El Imperio Contraataca, al superar la original que ya de por sí era excelente. La respuesta al título de este artículo radica en que Silent Hill 2 logró unir una historia exquisitamente compleja, llena de matices y simbolismos con una atmósfera sutilmente atemorizante. Pocos logran la sutileza en el lenguaje audiovisual, y esta vez está siempre ahí, triunfante, y es una de las principales razones para que siga en el podio de quien les escribe, y muy posiblemente, de muchos adeptos al género o a todos los videojuegos. Quienes no lo hayan jugado, háganlo cuanto antes, está disponible en su versión HD (No muy bien lograda) para PS3 y Xbox 360, y la original está en PC por lo que no debe costar descargarlo ilegalmente. De jugarlo en esta última plataforma, háganse un favor y usen audífonos, porque hasta el ruido ambiente más mínimo es digno de percibirse como parte de la siniestra experiencia.
¿Debería hablar sobre los simbolismos con todos los spoilers de por medio? Si a esto le va bien, ¿por qué no? Háganselo saber a Don Yeeah y vemos que sale.
Escrito por: Luciano Gonzalez
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